México, D.F. a 14 de julio de 2009 ... Canadá exige visa y genera Caos!
Así decía el titular del diario en la Ciudad de México, al tiempo que los canales de noticias de radio y televisión relataban el caos que se había generado a las afueras de la embajada Canadiense en Polanco.
Y es que hasta a mí, que no tengo planeado viajar a Canadá en los próximos años me causó nausea escuchar que aquél gobierno del norte nos había coartado nuestra libertad de tránsito cuando en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y del que México forma parte, se indica que pronto se abrirán las fronteras entre los tres países. Como si no fuera ya suficiente con los agentes de migración que se encuentran en el aeropuerto con su pliego de cuatro horas de preguntas para decidir si te permiten la entrada o no.
Pero aunque todavía me encuentro sorprendida por la noticia, debo decir que ya era de esperarse, y como no!, si en los últimos años los mexicanos no hacemos otra cosa que sacar provecho y abusar de las situaciones que se nos presentan.
Canadá, un país en donde aún impera la confianza, en donde uno entra libremente a los bancos y los empleados no están encerrados tras las ventanillas; un país pluricultural en donde aún se puede trasnochar y regresar caminando a casa sin correr ningún peligro (salvo en algunos barrios), y en donde todavía se cree en la palabra de las personas, ahora se encuentra plagado de mexicanos, muchos de ellos rufianes y sin educación que se han inventado una historia para poder ingresar al país y hacer de las suyas.
Aún recuerdo mi primera visita a la Ciudad de Toronto, al este de Canadá; fue en el año 2002 en un evento religioso, sí, la Jornada Mundial de la Juventud, a la que asistimos más de 5,000 jóvenes de diversos países. Un acontecimiento maravilloso en el que a pesar de la multitud, reinaba el orden, y los mexicanos éramos tratados como reyes. Los ciudadanos canadienses junto con los de otros países nos seguían por nuestra amabilidad y sencillez, además de alegría. Los chicos de otros lados buscaban a los chavos con sombreros (al estilo de pique) y con la bandera mexicana, se unían a nuestros grupos y tarareaban nuestros cantos, seguían nuestros bailes y disfrutaban todo lo que hacíamos, a pesar de no poder comunicarnos en un mismo idioma.
Cuando nos íbamos de compras, al llegar a las tiendas de los centros comerciales, los empleados nos preguntaban nuestra nacionalidad, y al responder que éramos mexicanos, podía vislumbrarse su regocijo y recibíamos un trato diferenciado; nos ofrecían agua, asiento, sombra, y deseaban que no nos fuéramos y les platicáramos de México para planear sus próximas vacaciones.
Nunca escuché que algún mexicano recibiera un mal trato de las familias que nos acogieron en sus hogares.
Fue tan grata la experiencia que Canadá nunca salió de mi mente, y en el año 2004 volví a ese hermoso país del norte pero esta vez a la Ciudad de Vancouver.
No es tema de esta entrada lo asombroso de esa Ciudad cosmópolita, pero debo decir que mi estancia se extendió por un año y mi experiencia fue nuevamente inolvidable. Tuve que salir porque mi permiso de estancia estaba por expirar, sin embargo, prometí que volvería.
Como prueba de que todo lo que se planea es posible si se trabaja para ello. En noviembre de 2007 tuve nuevamente la oportunidad de viajar a Canadá pero ahora con estancia en Montreal. Un largo invierno de seis meses me permitió descubrir cosas nuevas de ese país en exploración, antes de cruzar en tren de este a oeste visitando con corta estancia algunas otras ciudades (Ottawa, Toronto, Niágara, Winnipeg, Jasper, Edmonton y Vancouver).
Este viaje me dejó definitivamente otro tipo de experiencia, además de haber sido realizado con objetivos diferentes a los dos anteriores y con otra visión de lo que estaba sucediendo con nuestro país y los países llamados del primer mundo.
Fue en Montreal en donde por primera vez escuché sobre el tema de los refugiados; tuve la oportunidad de conocer personas de Colombia, Bolivia, el Salvador, Nicaragua, la India, entre otros, que habían llegado a Canadá en busca de refugio porque en sus países sus vidas corrían peligro.
Fue muy interesante escuchar que algunos países protegen a los ciudadanos de otros que se encuentran en guerra o en situaciones de riesgo, así que me puse a leer más sobre el tema; así aprendí que cuando una persona solicita refugio en Canadá, desde ese momento y hasta que concluya el trámite que determinará si puede quedarse en ese país o no, dicha persona se encuentra amparada por el gobierno Canadiense, obtiene una visa de trabajo, facilidades para aprender el idioma oficial y una ayuda mensual para casa y comida.
Ahí fue en donde a los vivales mexicanos se les prendió el foco!
Cuando comencé a obtener información al respecto, sin otro fin que enterarme de los trámites y crecer en mi profesión, me compadecía de todas aquellas personas que se veían en la necesidad de refugiarse, y pensaba en lo difícil que podían ser sus vidas. Haber tenido que dejar su país, a su gente, sus costumbres, manera de vida; el miedo a no ser aceptado en una nueva sociedad; el verse obligados a aprender una nueva lengua y a ocupar los mas bajos puestos laborales en busca de oportunidades pero comenzando desde cero.
En mis pensamientos daba gracias a Dios de que México no se encontraba en circunstancias deplorables como las de esos países (cuestiones que quizá para estos momentos ya han cambiado si consideramos los problemas del narcotráfico) y no me cansaba de observar a todas esas personas.
Al principio creí que todos los mexicanos ahí presentes éramos o turistas o estudiantes; pero de pronto conocí al primero, al segundo, al tercero y a una infinidad de mexicanos que decían haber pedido refugio. Considerando que el refugio encubre una situación penosa y difícil para quien lo implora, no me atreví a preguntar bajo qué argumento habían solicitado la protección del gobierno canadiense, pero tampoco dejé de pensar al respecto.
La primera historia que escuché fue la de una mujer que se había enamorado de un hombre rico que ahora la acosaba y la obligaba a estar con él, además de haberle enviado a sus matones para vigilarla bajo la amenaza de que si la veía con alguien más los mataba a los dos. Además de que como era un hombre tan rico, la iba a seguir a cualquier estado a donde fuera y nadie podría protegerla.
Mis ojos se abrieron por algunos segundos; mi mente se bloqueó por completo y no hice más que soltar un respiro. La historia me recordó mucho a las telenovelas de los años 80s... ""Rosa Salvaje, María Mercedes y María la del Barrio, habían reencarnado!""
No podía dar crédito a lo que acababa de escuchar, no estaba segura de que en realidad en México sucedieran ese tipo de cosas. (Ni en México ni en ningún otro lugar). Pero le dí el beneficio de la duda a esa persona y paré de pensar en el asunto.
Dejé de pensar hasta que escuché una nueva historia por parte de alguien más; pero en realidad la historia no era tan nueva, era exactamente la misma historia, solo con un cambio en los nombres de los protagonistas. Y así escuché cuatro historias más sobre el mismo tópico.
Mis ojos se abrieron!!!! Y otra vez mi cara de whaaat!!!
Cuando escuchaba a los chicos que habían pedido refugio, casi siempre el cuento era el mismo. Los vándalos del vecindario no los querían y cada vez que podían los molestaban, insultaban y golpeaban; o eran rechazados y maltratados por la sociedad por ser hijos de madre soltera, o eran gay y la sociedad mexicana homofóbica? ? que se yo!!!
Me hubiese creído cualquier historia de no ser que ya la había escuchado tantas veces!
De aproximadamente quince personas que yo conocí, y que habían obtenido los beneficios del gobierno canadiense (dinero para casa, para alimentos, ropa, visa de trabajo, atención en embarazo y parto, escuela), no he sabido de alguno, que a la fecha; es decir, dos años más tarde, por lo menos hayan aprovechado las circunstancias y ahora hablen perfecto inglés o francés, estén preparándose para obtener una buena posición en la sociedad canadiense, hayan dejado de recibir la ayuda del gobierno por haber encontrado un buen trabajo y puedan mantenerse por sí mismos, como seguramente ya lo hacen los colombianos, nicaragüenses e hindúes que conocí.
De lo contrario, tuve noticias de algunos que regresaron a México antes de que su proceso concluyera, porque simplemente ya se habían aburrido, extrañaban los tacos y porque todo era una farsa.
También hubo quien me sugirió que solicitara refugio y cuando respondí que afortunadamente yo no tenía nada que argumentar y que en caso de desear vivir en Canadá lo haría por la vía adecuada, de tonta no me bajaron y por supuesto hasta me ayudaron a crear mi historia.
Siiii, una historia acerca de nazis, rechazo social y agresiones, bla bla bla.
Por supuesto que lo único que hice fue tocar madera y agradecer nuevamente el no tener la necesidad de huir de mi país en busca de refugio.
Deseaba salir corriendo de Montreal; aún me quedaba la esperanza de que se tratara tan solo de la forma de vida en ese lugar la que envolvía a todos los mexicanos; pero cuando llegué de nueva cuenta a Vancouver, descubrí lo que estaba sucediendo.
Todo lo estábamos destruyendo. Los comentarios de los canadienses ahora eran: "los mexicanos son mentirosos e impuntuales", "los mexicanos son irresponsables", "no doy alojamiento a mexicanos porque no pagan", "destruyen", "son escandalosos", "no respetan a los vecinos", "sólo vienen a hacer fiesta", "se emborrachan, se drogan, se pelean", "solo vienen a trabajar y ni trabajan", "hacen contrataciones de celulares a largos plazos y se van sin pagar, se llevan los equipos."
Los mexicanos, los mexicanos, los meexiicccaaaannnooooossssss. AAAggghhhhhhHH!!
BASTA!!!
Ahora entiendo porqué la visa impuesta por los canadienses, si antes de volver a México ya lo había comentado con algunas personas y les había cuestionado por qué Canadá no hacía nada para controlar a los abusivos mexicanos; como si la idea de imponer una visa para controlar a la plaga hubiese surgido de mi mente.
Es triste amigos, sin embargo es una realidad el hecho de que México en lugar de ir progresando va en retroceso; al menos en el tema de humanidad. Porque una cosa es ir a los países vecinos incluso de manera ilegal, a trabajar porque hay necesidad de generar más ingresos y otra cosa es ir a sacar provecho de un sistema que protege a los desprotegidos; ocupando lugares que otra gente en verdad necesita y lo peor, ni siquiera ponerse las pilas y contribuir al crecimiento de nuestro país vecino, sino al contrario, comportarse de manera inadecuada y generar perjuicio a muchos otros que tan solo desean ir a conocer o de manera legítima conseguir una residencia permanente.
Ustedes que opinan?